sábado, 2 de julio de 2016

Introducción

INTRODUCCIÓN. AGOSTO 2015 

Siempre que he hecho un Blog de viajes, ha sido para intentar que las personas que quisiesen visitar los mismos sitios, tuviesen un punto de referencia para montar su propio programa.

En esta ocasión, este blog va a ser diferente porque diferente ha sido también este viaje.
Nací en Tánger y mis hijos decidieron regalarme por mi cumpleaños un retorno a mis orígenes acompañado por ellos. Y así fue. Después de 37 años he vuelto y con ellos dos he vivido momentos de una intensa emoción. Hemos reído, (yo incluso llorado), recordado , conversado muchas horas y todo eso me ha hecho inmensamente feliz.
Normalmente la gente que visita Marruecos, suele ir a las ciudades más típicas, o bien más en plan aventura, por la parte del sur, por el desierto. El caso es que Tánger por sí sola tal vez no tenga demasiado atractivo, pero para mí es lo máximo, es mi pueblo, dónde yo nací y pasé  mi infancia y juventud hasta los 15 años que nos trasladamos a Barcelona. Por eso en el programa, el punto fuerte tenía que ser Tánger.
  
Por lo tanto visitaríamos: Tánger, Asilah y Marraquech

Detalles a tener en cuenta en una visita a Marruecos:

1.- Cambiar totalmente el chip. Es otro continente diferente al europeo, otra cultura y aunque nuestras raíces sean más parecidas que las de los suecos o noruegos, igualmente hemos de cambiar el chip o de lo contrario no se disfruta.

2.- El clima en Tánger y Asilah es muy parecido al de Barcelona, cálido y húmedo sin pasar de 29 o 30 grados. Aunque este verano del 2015 ha sido bastante excepcional en todos los sitios. Eso sí en Marraquech el calor es diferente. Amanecen los días grises y se pueden pasar fácilmente de lo 40-43 grados C. Por lo tanto, agua (botella de litro y medio, 6 DH, más o menos 60 céntimos de €), gorra y gafas de sol, son indispensables.

3.- La moneda, dirham (DH). En realidad no hace falta cambiar demasiado porque tanto en Tánger como en Marraquech te aceptan €. Hacen un cambio redondeado a 10DH=1€. O sea es fácil calcularlo, si te piden por algo 150 DH sabes que pagas más o menos 15€. Suelen ser siempre precios redondeados sin céntimos. Rara vez te pedirán por ej. 157,45 DH. Además se puede pagar con Visa en la mayoría de los sitios.

4.- El Regateo: Indispensable entrar en el juego de lo contrario pagarás mucho más de lo que vale el producto comprado y encima quedarás como un “pringao”. Hay que saber cuándo y cómo regatear.
¿Cuándo? cuando el producto sobrepase los 100 o 150 DH. No tiene sentido regatear por ejemplo por una pulsera que te pidan 8 DH (80 céntimos de €) y pedir 6 DH ya que la diferencia es de 20 céntimos de €. Eso sí, en el caso que en esa misma tienda te hayas dejado una pasta en otras cosas, puedes solicitar incluso que te regalen la pulsera de 8 DH.
¿Cómo? Lo ideal para regatear es saber cuánto te costaría el producto en Barcelona. Hay gente con gran facilidad para saber eso de los precios (como el concurso EL PRECIO JUSTO). Eso es lo ideal. Por ejemplo, unas babuchas (zapatos típicos de allí), si crees que aquí puede costar más o menos 15 o 20 € (150 o 200 DH) espera a ver que te pide. Seguramente el empezará por un precio muy alto, por ej. 300 o 400 DH. Tú le ofreces, con una gran sonrisa y amabilidad ( para que no se ofenda ) 100 DH. Y a partir de ahí entre los 100 DH que tú ofreces y los 300 o 400 DH que él te puede pedir, está el juego hasta llegar a los 150 o 200 DH que crees que debes pagar. Si haces amago de marchar y te deja, es que realmente no va a bajar más. Eso sí, repito, siempre con una sonrisa y de buen rollo. Es cansado, pero si te lo montas bien, puede ser incluso divertido.

5.- Los cambios, en las compras, sobre todo en compras pequeñas si pagas con billetes, debes revisarlo con atención. Por ejemplo , un paquete de Marlboro, en la estación de trenes de Tánger. valía 30 DH, le pagué con el billete más pequeño que llevaba, 100 DH (10 €) me tenía que devolver 70 DH. Pues me dio dos billetes de 20 DH y cuatro monedas de 5 DH. Es decir me faltaba una moneda de 10 DH. Es sólo 1 € aproximadamente, pero él sabía perfectamente que me daba de menos. Por lo tanto vigilad todos los cambios, porque no es casual, me pasó varias veces.

6.- Los "faux guides", (los ilegales guías turísticos que insistirán en acompañar al viajante hasta más allá de la saciedad). Saben perfectamente que eres turista y si te paras en la calle a mirar un plano o te ven un poco perdido, se ofrecen enseguida a “ayudarte”. Ojo, establece siempre antes el precio de lo que te va a cobrar. Nunca es una ayuda altruista. Lo mejor es educadamente y con amabilidad, decir que no es tu primer viaje por allí, que ya conoces el sitio. O en mi caso, soltar cuatro palabras en árabe de agradecimiento, pero rechazando esa ayuda.

7.- Las comidas. Hay que probar de todo, te podrá gustar más o menos, pero es una pena rechazar algo cultural como es la gastronomía porque no te entre por la vista. Si comes en un sitio con precios escritos ya sea en la carta o en pizarras, no dejes que te claven con los extras. Si ves que te van a poner complementos como patatas fritas, salsas, verdura, etc recházalos o acéptalos, pero sabiendo que pagarás por ello. Sobre todo en los puestos de comidas fijos como en Marraquech, la Plaza de Jemaa el Fna, o en Tánger en el Zoco Grande (Plaza 9 de Abril), típicamente turísticos, donde te sientan en grandes bancos, de mesas alargadas con otros turistas desconocidos, bien apretaditos. La cuenta te la hacen en un trozo de papel cortado del mantel y poniendo sólo la cantidad final no el desglose de lo servido. Y ahí es dónde hay que fijarse.

8.- Los Hoteles. Nada tiene que ver con lo anteriormente descrito. Escogimos en Tánger el Hotel Chellah, relación calidad precio muy buena. En el centro de la ciudad, no de la Medina. Cerca de todos los puntos visitables de Tánger. Buffet de desayuno impresionante. Eso sí, pedir habitación que dé a la piscina no a la calle, por el ruido.
En Marraquech, mejor coger un Riad. Mis hijos escogieron uno en el interior de la Medina. Parece mentira que en una callejuela como esa pueda haber un oasis y remanso de paz como ese. Suelen ser antiguos palacios o casas señoriales, convertidas en hoteles de pocas habitaciones. Nosotros estuvimos en el Riad Viva.

9.- El tráfico. Alquilar un coche por allí es un acto de suicidio cuanto menos. En lo que son las zonas de las medinas o kasbas, el tráfico es incontrolable. Tienen un verdadero problema. Cuando yo vivía por allí en los años 50, 60 y 70 (justo el año que marché) el nº de coches era absolutamente inferior. Casi no había semáforos. Podías a veces sentirte atropellado por un burro u otro animal de carga y nada más. Ahora es un caos total de coches y sobre todo motos. Motos tipo vespino, con padre, madre y dos niños subidos . Eso si, el papi es el único que lleva casco. Los semáforos solo existen para los coches no para peatones. Si bien es cierto que con dos o tres paseos te acostumbras a cruzar pegadito a los lugareños, entre los coches que van zumbando como poseídos.
En cuánto a los taxis, en Tánger hay dos tipos. Los grandes, de color beig, que son los que pueden hacer servicios tanto dentro como fuera de la ciudad y los azules “petit taxi”, solo por la ciudad. Algo común es compartir clientes. En un taxi grande (Mercedes bien antiguos) pueden ir hasta 6 personas. Tu levantas la mano, paran, te preguntan dónde vas y si le viene de paso te cogen. PACTAR siempre antes los precios. Por ej. del aeropuerto a la ciudad, lo normal son 150 DH (unos 15 €, más o menos)
Luego están los “ taxis “ moto-carros. Suelen ser conducidos por extranjeros, senegaleses o de cualquier otro país del sur. Este transporte sólo lo utilizan los más jóvenes. Aunque nosotros convencimos (los taxistas no ven con buenos ojos que cojan turistas) a uno de estos “taxista-motero”, un simpático senegalés, para probar la experiencia y nos llevó desde la estación de tren de Tánger, hasta el hotel. Realmente fue toda una odisea de lo más divertida. Tardamos más de 40 minutos y suerte que al final sacamos el GPS del móvil, de lo contrario aún estaríamos dando vueltas. Afortunadamente no usan taxímetros ya que se fija un precio con antelación.

  Video en el moto-carro        

 10.- Conclusiones.
  
Mucha gente comenta su inquietud por viajar a Marruecos, pero lo cierto es que es un país seguro. Difícilmente ves un tirón o robos con violencia. Eso sí, tampoco hay que dar oportunidades e ir descuidado, pero eso te pasa igualmente en Barcelona. A pesar de lo contado anteriormente, no hay que exagerar con lo de no confiar en nadie.  Lo del regateo y lo de pedir dinero por todo es en parte normal, es su forma de subsistir.
Luego es cuestión de intentar entrar en ese mundo, los olores a veces agradables de especies, plantas, comidas, otras veces menos sugestivos. Por ejemplo en Marrakech, plaza de de Jemaa el Fna, el olor de los restos biológicos de los caballos que arrastran los coches turísticos, ya que a pesar de llevar como un pañalillo  de tela, no siempre cumplen esta función y van dejando un gran rastro.
Los edificios, un tanto en decadencia pero que reflejan un pasado glorioso.
Los sonidos en la calles: el bullicio, las charlas entre ellos que parece que siempre discutan, pero que es su forma de expresarse, con vehemencia, gestos, contacto corporal. Las músicas y sobre todo ese sonido que pone la piel de gallina: los cánticos de llamada al rezo desde las distintas mezquitas, una como mínimo en cada barrio.
Por último y antes de empezar con el blog en sí, dejo este vídeo en el cual se pueden observar la mayorías de edificios y puntos que vamos a visitar estos días. Son como dice el texto, las huellas españolas que aún conserva la ciudad de Tánger.
Vídeo

No hay comentarios:

Publicar un comentario