viernes, 11 de septiembre de 2015

1er día Domingo 9/8/15

Llegamos al aeropuerto de Tánger a las 11h de la mañana, teniendo en cuenta que allí es una hora menos que en España, la idea era aprovechar este primer día a tope.



Lo primero de todo, pactar con el taxista el precio hasta el hotel. Les llaman Grand Taxis, son Mercedes destartalados de color crema, beige. En la salida, justo donde se ponen todos los taxis, hay un panel con el precio oficial, aunque ellos se lo pasan por el forro.



Como veis, se supone que para la ciudad de las 5:30 a 22:30 h. cuesta 100 DH (unos 10€). Pero ellos (sobre todo en verano) lo cobran como tarifa nocturna, es decir el 50% más. Total 150 DH.
Llegas a unas filas desordenadas de coches donde un señor que manejaba un poco el cotarro, después de gritos y aspavientos a los taxistas, nos indicó donde subir. Si se te ocurre entrar al taxi sin hablar de precio, cuando llegues al destino te cobrará lo que le de la gana y estás perdido. Le preguntamos el precio: "150 DH" , le decimos lo que hemos visto en el panel, o sea 100 Dh. Que no. Y la verdad por 5 € tampoco era cuestión de regatear. Nos quedaba mucho de ese juego durante toda la semana. La anécdota fue, que una vez estábamos dentro las maletas y nosotros, el coche no quería arrancar.     "No, si al final tendemos que empujar y todo". Ese fue nuestro pensamiento. No hizo falta porque después de risas y cachondeo, los compañeros y el mandamás empezaron a empujar y arrancó. Lo bueno es que por el camino, con el coche en marcha, le daba al contacto y apagaba el motor. Aprovechaba la inercia y lo volvía a encender. No acabamos de entender su finalidad, pero nuestro temor era que no se encendiese y nos quedásemos tirados en la carretera con un sol de justicia y ahí si que nos hubiese tocado empujar.

HOTEL:

Llegamos al final sin problemas al hotel, pagamos los 150 Dh. establecidos y entramos en el Chellah.














El hotel realmente está muy bien en cuanto a calidad/precio. La decoración muy lograda con el entorno, limpio, espacioso, bien situado y sobre todo el desayuno bufet y la piscina, una pasada.

Dejamos las maletas, pues ya estaba preparada la habitación y nos dispusimos a comenzar la ruta.
Pasamos por la Oficina de Turismo para recoger planos de la ciudad y de ahí al Boulevard Pasteur, punto neurálgico de Tánger. Se tardan 7 minutos, andando desde el hotel. 
Allí en el mirador de los cañones (fabricación española, en alguno se ve escrita la placa de Barcelona), empezaron a aflorar mis recuerdos. La vista es maravillosa desde esta plaza Mirador Sur el-Me’egazin (Plaza Faro) llamada popularmente Terraza de los Perezosos, porque siempre hay gente medio tumabada sin hacer nada. Al fondo, parte de la Medina, luego el Mediterráneo y el majestuoso Peñon de Gibraltar.






Bajamos por las escalerillas que comunican con la calle Murillo, pasamos por delante del Monte Chilali, que tantas veces crucé en mi infancia y llegamos a la esquina de la calle Esperanza Orellana y allí estaba : el TEATRO CERVANTES. Quiero recordar lo que fue y no lo que es ahora. Según me informo parece que están pensando en su reforma, pero de momento ahí está. No obstante a mi me sigue pareciendo maravilloso, porque puede más en este caso la memoria y los recuerdos que la vista. Historia e información del Teatro Cervantes







Siguiendo por la Calle Esperanza Orellana nos acercábamos a la esquina con la C/ Cuesta de la Playa. Mi corazón se aceleraba, allí en el nº 45 encontraría mi casa o lo que fué mi hogar durante 15 años. Si, allí estaba, pero..... ahora es una Pensión. Pensión Atou







Pensión ATOU. En este edificio donde estaba la serrería Duarte, además del taller, almacén y oficinas, había 4 casas, no en forma de pisos verticales, sino distribuidas en espacio abierto a distintos niveles de altura. Arriba teníamos un huerto y una maravillosa terraza-mirador desde dónde veíamos el mar y el resto de la ciudad. Vivíamos dos familias españolas de religión católica y otra familia más, mis queridos Haligua, de padre marroquí y religión judia y madre española y católica. Eran mis otros hermanos. La 4ª casa era como de alquiler, la iban ocupando diferentes personas por témporadas. En la época de los hipis ( años 60 ) eran los que más la alquilaban.
La convivencia en aquella época entre nacionalidades (españoles, marroquíes, franceses, italianos, ingleses) y religiones (cristianos católicos, cristianos protestantes, musulmanes, judíos, hindús) estaba absolutamente normalizada. Recuerdo celebrar con los vecinos, sus fiestas religiosas, fiesta del cordero, fiesta de la Pascua judía, fiesta final del Ramadán, y ellos las nuestras. Especialmente con la que más disfrutábamos todos era la de las Navidades.
Entramos en la pensión con el fin de avivar mis recuerdos y ver si quedaba algo reconocible de lo que fue mi hogar. En principio, vimos que no era una pensión turística al uso. De hecho no es para turistas extranjeros. Al entrar encontramos la recepción, una sala de oración absolutamente decorada y una habitación que hacía las funciones de despacho y dormitorio. A pesar de los recelos de mis hijos, entramos. El recibimiento al principio fue de cautela. Intentaba explicar el por qué de nuestra presencia. Salió un señor mayor, que resultaba ser el dueño. Su cara al principio no era de buenos amigos, lógico, tres españoles pringaos preguntando y explicando no se qué. Temíamos que la cosa se pondría tensa. Eran cuatro, bueno uno estaba distraído con sus rezos en la sala afín. Poco a poco, con el "jefe" fui entablando conversación un poco en árabe, francés y español. Le di datos y detalles de mi pasado y de mi situación, se le cambió totalmente el semblante, conocía a mi familia. Ahí cambió todo. Hizo gala de la hospitalidad musulmana (si, a ver si nos vamos enterando que no todos los musulmanes son yihadistas) y nos acogió en una salita dónde nos invitó a beber, eso sí, siguiendo su ritual claro. Mandó traer una botella grande de agua helada, fue lo que pedimos, el calor apretaba y no nos entraba un té ardiendo. Puso delante nuestro la botella y un solo vaso (os recuerdo que éramos tres). Preguntó quién era el hijo mayor y le hizo servir primero al "papa". Bebí con gran placer. Luego ordenó que se sirviese él, por supuesto en el mismo vaso y por último a su hermano pequeño, el cual miraba como diciendo "Anda ya me han tocao todas las babas de la familia". El caso es que lo que iba ser un visto y no visto superficial, un vistazo por encima, se convirtió en un tour turístico de 90 minutos. Eso sí, súper agradable y para mi muy emotivo. No pude dejar de ver a mi papi y a mi mami, fallecidos los dos hace cuatro y un año respectivamente, entre las sombras de esas paredes. Esa noche, en el hotel, no sabría distinguir si fue dormido y en sueños o despierto recordando, o las dos cosas a la vez, pero vi imágenes de mi infancia y juventud, imágenes ahí guardadas de mis padres que hacía mucho, mucho tiempo que no las disfrutaba.
En fin, hoy la pensión tiene más de 170 habitaciones la mayoría para hombres. Las mujeres no pueden entrar solas a no ser que vayan con sus maridos, para lo cual El Sr. Mohamed Atou ha habilitado unas cuantas con "baño" propio ya que las otras no lo tienen y son de aseos comunes.
Volver a ver las vistas desde la terraza, pared con pared con el cementerio judío fue otro chispazo de adrenalina para mi espíritu. El Sr. Atou subió con nosotros hasta arriba del todo, a pesar de los achaques y el dolor de huesos. Son 82 años, bien aprovechados, con más de 8 hijos y no se cuantos nietos y biznietos. Ahora por eso, se ve obligado a dormir en el despacho - dormitorio que había en la recepción, para no tener que subir escaleras.


Con Sidi Mohamed Alou



 













Después de los agradeciminetos y abrazos de despedida, decidimos continuar la ruta.
Subimos por la calle Cuesta de la Playa dirección al zoco. Esa zona estaba igual, no habían pasado los años, aunque la única diferencia es la cantidad de circulación de coches y sobre todo motos. La calle es una tienda detrás de otra con productos de imitación, relojes, ropa, zapatos, etc.
Otra parada para el recuerdo.
El antiguo colegio español Alfonso XIII.

El establecimiento fue creado en 1912 por la Misión Católica-Española con el objetivo de aplicar los diferentes órdenes: religioso, escolar, social y benéfico.  La Fundación Casa Riera era la artificie de esta obra, y fue gracias al derroche generoso del Marqués de Casa Riera, quien hizo entrega de un donativo de 300.000 de las antiguas pesetas al monarca de España, Alfonso  XIII, quien a su vez destinó el dinero a su construcción.

Seguimos caminando y nos encontramos con el Mercado Central del pescado. Allí donde tantas veces acompañaba a mi madre. Se vuelven a mezclar los olores con las imágenes y los recuerdos. Atravesado la pescadería entras en las callejuelas de la medina, las tiendas de abastos, frutas, verduras, especias, carnes, etc. Y gatos, muchos gatos,














Eran casi las 4 de la tarde y el hambre apretaba. Entramos en un restaurante llamado AL Kasbah, en la C/Agzanaya, en la Medina. Era amplio, limpio y muy bien decorado al estilo árabe. Lo mejor, es que no había que regatear ni preocuparse de qué pedir. Es precio y menú único, 10 o 12 € por persona y consistía en menú de tres platos con aperitivo, bebida y postre incluído. De 1º a elegir Harira (sopa de verdura, un poco picante) o ensalada; de 2º Pasteleta, un pastelito de hojaldre, con azúcar glassé por encima, cebollitas y relleno de carne; de 3º a elegir Tajine o Cuscús. De postre, uvas, sandía, pastelitos y un fabuloso té verde.
Puedes encontrar sitios más barato, seguro, pero éste la calidad, cantidad y amabilidad lo hace totalmente recomendable. TF 66852665














Una vez repuestas las fuerzas y energías, nos dirigimos hacia la Kasbah. Entramos por la puerta Bab Al Kasbah y lo primero que encontramos en la plaza es el Museo de mismo nombre.

Luego es cuestión de seguir callejeando, siguiendo la muralla, viendo los maravilosos hoteles-riads, que hay por esas angostas calles.







Antes de salir de la Kasbah para continuar por la medina , bajando por la calle Riad Sultán, hay una puerta (Bab Bhar) con una vista maravillosa del Estrecho de Gibraltar y el exterior de la Kasbah.
Sitio de obligada visita por el relax que suponen las vistas, lástima de las obras que afean el paisaje, pero algún día acabarán.





Volvemos a pasar por debajo del arco, seguimos caminando por la calle Riad Sultán y llegamos a la plaza du Mechoir, la principal de la Kasbah. Nos disponemos a volver a la Medina y saldremos por la puerta Bab Haha.







Ya fuera de la Kasbah, en la Medina, en la calle Sidi-Hosni, nos podemos encontrar con el Palacio del mismo nombre. Se le conoce popularmente como la casa de Barbara Hutton. Aunque fue propiedad de tres ilustres tangerinos: Walter Harris, Maxwell Blake y Barbara Hutton, ésta última es la que daba por lo visto las fiestas más sonadas.
Muy cerca en un callejón está el famoso Café Baba. Este Café, no sólo fue testigo histórico de los años internacionales del Tánger de los 40, sino que además atrajo a líderes extranjeros, estrellas del rock (Rollings Stone, Beatles), artistas y aristócratas desde que abrió en 1942.
Seguimos bajando hacia el puerto y la playa. Volvemos a salir hacia la Calle Cuesta de la Playa y llegamos al Puerto  Nuevo. De hecho está en obra. El rey Mohamed VI quiere hacer en Tánger un puerto deportivo que pueda competir con los del otro lado de la costa,  en España.
Seguimos paseando por el paseo de la playa. Ésta tiene una arena finísima y la extensión hasta llegar a la orilla es enorme. Si digo 500 m. igual me quedo corto.




Quedamos que al día siguiente nos pegaríamos un baño, porque en ese se hacía tarde y teníamos que ir a la estación de tren Moghogha, para buscar los billetes del nocturno que nos llevaría a Marraquech. Coincidió que ese mismo día era el último de funcionamiento de esa estación, ya que al siguiente se inauguraba otra mucho más moderna y preparada para futuros trenes de alta velocidad, la Estación Tanger Ville. En Tánger, cuando yo vivía había una pegada al puerto. Ahora el panorama de las estaciones de tren está así:



El caso es que andando desde la playa hasta la Estación Moghogha, casi nos hicimos 5 Km. No llegábamos nunca, por eso a la vuelta decidimos coger un taxi, aunque para probar una nueva experiencia optamos por La MOTO-TAXI. Toda una vivencia, explicada en la INTRODUCCIÓN de este blog (apartado Tráfico).
Llegamos al hotel, una piscinita, relax y vuelta a la calle. Al Zoco Grande (Place 9 Avril) para cenar en la plaza, en plan turísitco, rodeados de multitud, ruidos de coches, cánticos etc. Otra experiencia aunque esta vez con algún problemilla a la hora de traernos la cuenta. Explicado también en la Introducción, apartado Comidas.






Para ser el primer día ya estaba bien. Mañana nos espera la parte "nueva" de Tánger y playita.

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